CHEZ Meunier: Tu oportunidad para redimirte en la cocina

Silvia Meunier, profesional gastronómica, comenzó a dar cursos de Panadería y Pastelería cuando después de toda una vida se quedó sin trabajo en la Clínica Vaccarini. Su amor por la cocina arrancó de chica, se preparó, y se aferró a ella para superar un trauma personal. Con alumnos en lista de espera, proyectando cursos y encuentros, contó de qué se trata “Chez Meunier” y cuales son sus objetivos.

Nació y se crió en 80 bis entre 1 y 2, hizo la primaria y la secundaria en el Colegio Santa Margarita, 66 y 117, y luego se especializó como Técnica en Hemoterapia, labor que desarrolló desde que se inauguró la Clínica Vaccarini, 80 entre 6 y 7, hasta en año 2013 que finalizó su vínculo.

“Toda la vida me gustó cocinar, pero cuando era chica no existían las escuelas de cocina. Siempre fue algo inalcanzable” dijo Silvia y aportó “cuando no pude cumplir el sueño de ser mamá, quise y tuve que poner la cabeza en otro lado, así que me metí de lleno a estudiar. En el 2007, hice mi primer curso de panadería. Acá en La Plata no había nada, así que me fui a CABA en donde estudié con el panadero Marcelo Vallejo, un profesional excelente. Me encantó, me fascinó, estuve dos años en su escuela”.

En ese sentido, Silvia relató que “cuando me quedé sin trabajo en el 2013 en la Clínica me dije ¿por qué no dedicarme a lo que tanto me gustó y apasionó como la cocina? No sabía cómo hacerlo, me costó buscarle la vuelta. Yo había comprado la casa de al lado de mis padres en 80 bis entre 1 y 2, y con mi marido con mucho esfuerzo hicimos un quincho en el fondo y allí me instalé”.

 “Eso fue como al mes que me despidieron” contó y aportó que “lo hablé con mi marido y le comenté que iba a dar cursos de panadería que en la zona no había y desconocía de otros cursos cercanos. Caminé el barrio, pegando carteles, dejando en comercios. Así empecé”.

“El 6 de mayo de 2013, empecé con mi primer grupo de seis alumnas. La verdad nunca me imaginé el crecimiento que iba a tener, el boca en boca, la repercusión en redes sociales. Así fui creciendo con la escuela de panadería y pastelería, mientras daba esas clases, ya estaba cursando en escuela de Ariel Rodríguez Palacios en donde hice la carrera de Profesional Gastronómico” argumentó.

“Ya con título en mano, abrí el abanico de ofertas en cursos de cocinas. Recientemente terminamos uno de pastas y salsas, en octubre arrancamos con talleres de facturas argentinas, lunch y buffet y proyectamos para noviembre el de pizzas. Lo que más me enorgullece es que mis alumnas están trabajando en emprendimientos gastronómicos, otras que tienen chicos y no pueden salir están cocinando para afuera desde sus casas, me pone muy contenta que así haya resultado” manifestó.

Sobre los grupos de trabajos que tiene en las cursadas, son diez cupos, la profesional de la cocina, afirmó que “se forman grupos hermosos, muy heterogéneos en donde está el que viene porque le gusta, otros para aprender y los que quieren saber para trabajar. Hay mujeres que lo usan de terapia porque conocen a distintas personas” y agregó que “yo siempre digo que la mesa reúne personas de distintas edades, niveles, inquietudes, con un fin común que es aprender a cocinar”.

   “Cocinar es un acto de amor” definió y sostuvo que “yo tengo una señora que hace 11 años que viene. Fue una de mis primeras alumnas y dice que le gusta más venir a cocinar que ir la psicólogo. A mí me cambió la vida enormemente. Algo que nació de una frustración que yo tenía se convirtió en el eje de mi vida”.

   “Soy una apasionada de la cocina y busco que la gente aprenda pagando un curso muy económico y tienen la posibilidad de aprender y luego se llevan lo que cocinan. Tengo gente en lista de espera para participar de las clases” opinó y se refirió a los costos de aprender a cocinar: “yo siempre digo que la actividad gastronómica está sobrevaluada, estudiar sale una fortuna, yo misma me tuve que privar de muchas cosas para aprender, pero creo que no debe ser tan así y es por eso del costo económico que le pongo a mis cursos”.

     “He tenido la suerte de avanzar y poder devolverles a mis vecinos lo aprendido de alguna manera. Este es mi pequeño sueño, que hago en mi casa, yo soy la que dicta las clases, yo soy la que hace las compras y la que después se queda a limpiar. Es mi orgullo, estoy abocada toda el día a esto el cien por ciento a esta escuela” relató Silvia para finalizar.

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