El Gomero que descubre la historia a través de su arte

Moto realizada a partir de una máquina de escribir
Moto realizada a partir de una máquina de escribir

   Daniel García atiende desde hace muchos años su gomería en 72 entre 1 y 115, justo en el retome que va hacia el Hospital San Martín. Allí, entre cubiertas, ruedas y parches, tiene un muestrario inagotable de antigüedades y, entre ellas, infinidad de obras realizadas a partir de elementos recolectados que cobran vida gracias a su arte.

    A este vecino que vivió en 80 bis entre 1 y 115, de chico le gustaba coleccionar antigüedades y elementos que le llamaban la atención. Una vez, en el fondo de su casa, debajo de unas piedras, dentro de una lata hizo su propia cápsula del tiempo colocando muñecos de plomo, figuritas de cartón y de chapa, junto a otros elementos.

   Allí quedaron este cúmulo de elementos aguardando que algún día fuera a retirarlo. Entre los 12 y 13 años, muy común en otros años, en su pre adolescencia, salió a ganarse la vida.

   Los avatares del tiempo y los avatares cotidiano lo alejaron de su hogar por mucho tiempo. Más de diez años. Al volver, ya todo un hombre, recordó su cápsula y quiso saber qué pasó con ella. El fondo de la vivienda ya había cambiado. La fisonomía de aquel lugar ya no era un rincón abandonado, sino que tenía la construcción de un galpón con una loza sobre el punto deseado.

    Luego de romper el piso, Daniel, que para ese entonces ya era un coleccionista de antiguedades, se hizo de su tesoro, aunque el paso del tiempo había sido impiadoso. Su cápsula del tiempo había sucumbido. La chapa estaba raída por el por el paso del tiempo y las condiciones ambientales. Sus tesoros estaban desaparecidos o muy desgastados. Un soldadito de plomo fue la única reliquia que pudo rescatar.

   “Este hobby nunca tuvo un valor económico, sino que cada colección me lleva a recorrer su historia” dijo y mencionó que “No me moviliza obtener un elemento antiguo para ganar plata, a mí me sorprende las historias que traen consigo”.

   En ese sentido, apeló que “yo les digo a los jóvenes, a la gente, que no tire muchas cosas de nuestros predecesores, que se las queden. Significan mucho más que una foto, son un momento de las vidas de aquellos que no están y nos llevan a laberintos impensados de sus vidas”.

   Luego de largas jornadas de trabajo, con el dolor a cuesta de su espalda y el maltrato de sus rodillas, suele escabullirse en ese rincón de su casa en donde se rodea de toda esa historia que los elementos abandonados suelen generarle. Allí, entre silencios y sueños, suele tomar cada alguna de esas cosas y pensar sobre su recorrido.

    Suele toparse con antigüedades en la vía pública y también encara a los carreros para interiorizarse si llevan algún elemento que le podría gustar. Daniel se hizo de cartas de principio del siglo pasado en donde ha descubierto grandes historias. “Leí, estaban prolijamente guardadas, una relación de amistad entre un hombre y una mujer que se criaron juntos. Con el paso del tiempo hicieron sus vidas y mantenían un correo de amistad eterna”.

   Sobre ese relato concluyó que “la vida que los había separado con sus familias y la lejanía entre uno y otro, los unió cuando enviudaron. Poco a poco esa relación de amistad se convirtió en una relación conjunta y se casaron. AL final de las cartas, estaba el sobre de invitación al sepelio de ambos. Eso fue guardado y en un momento, la familia o alguna persona sin parentesco las terminó tirando”.  

    Dentro estas reliquias que atesora Daniel se encuentran muchos elementos, juegos y objetos que han llegado a sus manos mutilados, rotos, con defectos y los ha convertido en obras de arte conjugándolos con otros que le han permitido componer su arte.

    Así nacen bicicletas, motos, animales, triciclos, confeccionados con planchas, máquinas de tejer, bujías, amortiguadores, una especie de Transformers que componen el decorado de su lugar de trabajo en la pequeña gomería de 72 entre 1 y 115

   Daniel, para nosotros “el artista” aunque él mismo no lo reconozca, afima que sus composiciones “fueron realizadas a partir elementos que han tenido su historia y que, para que perduren, se convirtieron en estos desafíos”.

    “Me han traído relojes, espejos me han contado su historia y yo he armado una figura acorde a esa narrativa” disparó. Reconoció que tiene infinidad de elementos y aunque le aconsejan hacer una exposición, a él le gustaría abrir un bar, un café, un lugar de encuentro en donde la gente vaya a disfrutar de estos elementos y compartir sus historias.

La Moto y la máquina de escribir

Como esas revelaciones que vienen a través de energías impensadas, Daniel se encontró un día con una obra que mantuvo inconclusa por mucho tiempo.

“Una vez un vecino que pasó por el local se encontró con estas cosas que yo hago y me prometió traerme un objeto que lo acercaba a su padre y le pidió que haga algo a su gusto”.

“Pasó el tiempo y me trajo una máquina de escribir Olivetti. Me contó que su papá había sido abogado y que en sus comienzos en la profesión la utilizó por muchos años hasta que luego la dejó de lado, para afianzarse con otras tecnologías”.

Daniel expuso que la obra se demoró debido a que no le encontraba una finalidad: “Yo lo veía al muchacho pasar por la 72 paseando el perro y de vez en cuando me preguntaba si había podido armar algo”.

Lo que sucedió después lo sorprendería de la misma manera que lo hizo con el donante. “Un día desarmé la vieja máquina que estaba en mal estado. Con el 30% de sus piezas armé una moto a la que le agregué apenas otros elementos que tenía a mano”.

“Al verlo pasar, como todos los días, lo llamé para que vea en qué había culminado la transformación. Ahí fue mi sorpresa cuando el muchacho se puso a llorar de manera desconsolada y que no lo podía creer”.

En su relato Daniel destacó que “me afirmó que su padre pasó por un proceso de una larga enfermedad hasta terminar sus días y, que ese período, siempre había apostado en dejar atrás ese dolor, comprarse una moto y salir a recorrer junto a él todo la Argentina. Fue una cosa que no puedo explicar porque nunca habíamos hablado del tema”.

  

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