La puerta giratoria y el juego del gato y el ratón

Nota de Opinión: 

   Nombres que se repiten. Delincuentes que aprovechan las brechas que permite la justicia para robar y volver a robar sin quedar detenidos, dejan a los vecinos enojados con el accionar policial que los detiene en incontables ocasiones.

   Los nombres de menores que han caído y vuelto a perder con la policía son prácticamente siempre los mismos: “El Pablito”, los “Hermanos Macana”, “Papichulo”, y tantos otros mentados ladrones que amparados en la inimputabilidad salen a hacer estragos en comercios y viviendas de la región. El problema de la participación de menores en conflicto con la ley y las penas son un debate constante de muchos años de discusión.

   Los saqueos a viviendas y comercios sobre avenida 80 y Barrio Jardín han quedado plasmados en cámaras de seguridad de los actos de estos jóvenes delincuentes, al igual que los hermanos macanas que tienen en vilo a un amplio sector, no solamente de Villa Elvira, sino que de Barrio El Mondongo, con entradas en comercios e instituciones.

   Algo similar venía ocurriendo en los últimos años con el delincuente conocido como Papichulo que ocupó varios encabezados de este medio en donde se lo vio en muchos hechos esclarecidos y su cuerpo tras las rejas.

   Robos de motos, bicicletas, entradas a comercios, saltadores de paredones, siempre al acecho del vecino y ante la imputabilidad que les otorga las leyes no permiten sostener ninguna política de seguridad efectiva porque hasta el momento es desgastante.

   Según las fuentes de seguridad consultadas, los porcentajes delictuales se han reducido considerablemente en la actuación de mayores y han aumentado en la participación de menores de 13 a 17 años.

   Estos mismos voceros informaron que es muy alta la tasa de participación de menores en el delito y en gran parte se debe a la bondades que otorga el sistema judicial que, al no aplicar penas que los restrinja en su circulación y que les otorgue una alternativa de vida con un tratamiento adecuado, el joven vuelve rápidamente a la calle y a delinquir hasta que llegan a la mayoría de edad y se pegan con el sistema penitenciario en donde deben cumplir condenas, ya de adultos.

   Claro está que el vecino encendido por los robos demanda que saquen a los titulares de las comisarías porque sienten que no les garantizan la seguridad y que los grupos de los GTO no están funcionando, o que el Comando de Patrullas ni la Motorizada acuden rápido a su demanda, hoy resulta más sencillo darle al que está dando la cara y poniendo el pecho a su trabajo, que ir pedirle a la Justicia o aquellos que deben legislar, que actúen de acuerdo a las exigencias del caso.

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