17 años sin Carlitos Cajade

-       Por Javier Sahade

Se crió en la frontera entre La Plata con Berisso hace 63 años. Era de Estudiantes, el Pincha de La Plata y de Cambaceres, el Rojo de Ensenada. Como Mujica y tantos otros, se convenció que el Cielo no debía ser consuelo de “algún día” y luchó para construirlo en la tierra. Optó por los pobres y se embarró por ellos. Hace casi 30 años, en una Navidad, compró un pan dulce y festejó en un ranchito de Berisso con dos chiquitos sin hogar.

 Nació ese día la Obra del Padre Carlos Cajade que hoy es Hogar para cientos de niños, niñas y adolescentes de La Plata y la región. Creó la Casita de los Bebés, las Casita de los Niños, Chispita y hace pocos años, desde algún lugar, vió el nacimiento de la Casa Joven. Pensó en una Huerta, una Panadería y una Imprenta, para hacer oficios y lograr la dignidad del trabajo.

Sin embargo, soñaba con un tiempo en que no haga falta comedores, ni centros de día para chicos pobres y dio la batalla ideológica con La Pulseada, la revista periodística que ya tiene 11 años. Militó en la CTA, porque creía en la lucha de los trabajadores. Decía que detrás de cada chico de la calle había un desocupado. Luchó por los derechos humanos de ayer y de hoy. Se opuso a las privatizaciones de los 90. Integró el Comité contra la Tortura de la Comisión por la Memoria y denunció el exterminio que sufren los privados de la libertad.

Fundó y coordinó, junto con Alberto Morlachetti, el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo con el que caminó el país gritando que “el hambre es un crimen”. Tocaba la guitarra. Le gustaba desde Serrat a León Gieco y desde Los Redondos a La Guardia Hereje. Tomaba mate con cachamay y solía invitar con picadas de salamín, queso y pan. Tomaba vino y te llamaba con el diminutivo del nombre… como queriendo acariciar y abrazarte al mismo tiempo. Se enfrentó al poder y sufrió persecuciones y atentados.

 Lo odiaron los padres de la pobreza y la desigualdad. Lo amaron los villeros y villeras, los pibes y pibas, los piqueteros, los negros de abajo, los cartoneros, los desocupados… Los soñadores. Decía que los niños tenían que comer en sus casas el pan ganado por sus padres en sus trabajos.

Carlitos Cajade, el Curita, también se preocupaba por la inseguridad y en la época de Blumberg, escribió: “Leí una noticia en Clarín que me preocupó mucho. Estaban todos tratando de encontrar a un niño sepultado en un basural. Durante varios días busqué la información en los diarios para saber cómo había terminado esa dolorosa historia. Con el tiempo, un familiar de ese chico llamó a nuestro Hogar buscando ayuda para que sigan haciendo las excavaciones en el basural para hallar a este niño. Este hecho fue así, dos niños de 15 años, mellizos, que hace 7 meses habían venido de Formosa y que vivían con su hermana, estaban buscando metales en los basurales que tiene el CEAMSE en el Camino del Buen Ayre y el Río Reconquista en José León Suáres, partido de General San Martín, donde se descarga la basura proveniente de la Ciudad de Buenos Aires y parte del Conurbano. Muchos niños le cirujean a la vida tratando de encontrar un pedazo de bronce o de hierro que luego se pueda convertir en pan en sus casas. Estos chicos, mientras buscaban, vieron las vigilancias acercarse y se escondieron entre la montaña de basura justo cuando las topadoras removían el lugar para dar paso a los camiones que descargan. Uno de esos niños quedó sepultado y perdió la vida. La Policía dice no poderlo encontrar. Se que hay una hermana de él que va todos los días al basural tratando de hallar entre los deshechos a Diego. La historia de esta familia de apellido Duarte casi no salió en los diarios. Este hecho me hizo acordar de un chico que dormía en la calle y luego vivió en nuestras casas, que nos contó que una noche de mucho frío se metió dentro de una caja grande de cartón y se despertó cuando habían tirado la caja con él adentro en el interior del camión recolector. Alcanzó a saltar unos segundos antes de que lo apriete la compactadora. La dolorosa historia del paso del neoliberalismo escandaloso por los países de América Latina ha hecho que muchísimos de nuestros niños no tengan ningún tipo de seguridad. También me hace acordar de Nazarena, una nenita de dos años que la agarramos ya tarde en la Casa de los Bebés. Para poderla alimentar le dábamos con un gotero la leche. Igual no le pudimos salvar la vida porque ya tenía dos años… Al final se nos terminó yendo. A muchos les ganamos la pulseada de la muerte contra la vida, pero a muchos no les ganamos. ¿Y qué seguridad tenía Nazarena? Si hablamos de seguridad, hablemos de la seguridad de todos los hijos que llegan a este querido país. Es dolorosa la historia de muchos de nuestros niños que únicamente por el hecho de haber nacido pobres, no tienen ningún tipo de defensa ni de seguridad. Otros pierden la escolaridad antes de ponerse el guardapolvo y por lo tanto no tienen ningún tipo de seguridad para el futuro. Entonces, me parece que este concepto de “seguridad” que se está hoy debatiendo en la sociedad, tiene una acentuación discriminatoria muy fuerte con respecto a tantos argentinos que viven totalmente en el anonimato. Nuestros pibes solo tienen la seguridad de que nunca podrán saber qué es la Justicia. A lo sumo conocerán su aspecto represivo cuando sean llevados a alguna comisaría o sean víctimas del gatillo fácil, para ellos tal vez, la última injusticia. Un chico de 14 años que hoy te robó una bicicleta, vos le ponés la ley penal, lo mandás encerrado y a los tres años ese chico vos lo largás y te mata. Ni siquiera te conviene a vos, con tu pensamiento egoísta, que ese chico esté encerrado a los 14 años. Porque cuando vos lo encerraste, sale muchísimo peor que antes del encierro. ¿De qué país hablamos cuando hablamos de inseguridad? ¿Qué diferencia hay entre la muerte de Alex Blumberg y la de Diego Duarte en el basural? ¿Por qué nos dolió tanto una y la otra no la conocimos? ¿La muerte injusta no es una desgracia para todos los hijos que han nacido en este país, o hay muertes de primera y muertes de segunda?”.

Hace 17 años murió por una enfermedad, Carlitos Cajade, pero su lucha es actual. ¿Quién es hoy Diego Duarte? Quizás Luciano Arruga o tantos otros. ¿Quién es Nazarena? Miles y miles. ¿Quién es ese “vos” al que se refería el Cura cuando hablaba de “tu pensamiento egoísta”? Quizás el que escribe esto, el que lo lee o el que lo escucha. Llegaremos entonces a la conclusión que el tiempo verbal del inicio de este texto estuvo equivocado. Diremos entonces que se crió en la frontera entre La Plata y Berisso, que es Pincha y del Rojo, y que todavía pelea por el cielo en la tierra. Los bebés que comen con goteros y los adolescentes que duermen en cartones no merecen, no pueden esperar.

Fuente: Revista La Pulseada

Comentarios